jueves, 11 de septiembre de 2014

«En tecnología celular somos un país caro, atrasado e insatisfecho»



              En telecomunicaciones nada cambia de manera abrupta, porque requiere de inversión, desarrollo, maduración de tecnologías y llegada al mercado. Hubo un cambio de tendencia respecto a los últimos 10 años, desde la asunción de Norberto Berner a la Secretaría de Comunicaciones. Entre las medidas que tomó, el Reglamento de Calidad responde a una exigencia acorde al cambio de tecnología; también el estudio y propuesta del Reglamento de Defensa del Usuario de Telefonía Celular y el anuncio de la licitación. Lo que noto es que estas tres medidas van en el sentido de lo que debe hacer un regulador.

                Licitar las frecuencias, solamente, no significa una mejora. Es una parte importante pero debe haber una inversión adecuada con apertura territorial, tiene que haber más competencia y no la misma o menos. Y, finalmente, un Estado que constantemente esté incentivando la competencia para que las grandes empresas no aplasten a las más pequeñas, para que esto redunde en un beneficio. Las políticas de comunicaciones son siempre integrales, esta es una buena medida pero no es la totalidad.
                   Me parece una idea superficial. En este momento, la Secretaría de Comunicaciones cuenta con todas las normas y potestades para intervenir en el mercado y exigir que sea mucho más dinámico. En cuanto a la fijación de precios creo que sería un gravísimo error. No se puede mensurar todo lo que tiene un celular, la investigación, desarrollo y electrónica son absolutamente intangibles. A través del control de precios no se logra mayor competencia en este mercado, en otros, es discutible. Para darse una idea, desde hace un mes, China –comunista– ha decidido que los tres prestadores estatales compitan en precio para que bajen. Aunque no lo aparente, fijar un precio sería la mejor noticia que le podemos dar a las empresas que teniendo ese tope establecerían su margen de ganancia degradando el servicio.
                   Hoy en día tenemos radiofusión y telecomunicación que dependen de dos leyes diferentes, con autoridades, requisitos de titularidad y reglas diferentes. Estos sistemas tecnológicos tienden a converger sobre todo en sus plataformas. Está muy bien que exista una ley de radiodifusión que indique cuál es la responsabilidad sobre contenidos, o que proteja la producción nacional. Ahora bien, desde el punto de vista tecnológico, tener una regla para los tendidos de cable diferente que para los tendidos de telefonía, la verdad no tiene ningún sentido ya que ambos tienen la facultad de transportar lo mismo, comunicaciones. Tratamos como diferente lo que es igual, y el derecho no puede dividir lo que la tecnología ha unido. Teniendo en cuenta que lo que importa verdaderamente es el derecho de la gente a la libertad de opción y al control de los monopolios, el Estado debe intervenir para evitar la imposibilidad de elección. Cuando la posibilidad de elección es limitada, nos pasa lo que nos pasó con la tecnología celular: logramos ser un país caro, atrasado e insatisfecho.
                  Acá hay claramente tres empresas que van a participar, que son las ya instaladas, y hay un interrogante muy fuerte con Nextel. Considero que debería haber, como mínimo, un cuarto operador fuerte, serio, que salga a competir la plaza. Ahora bien, hay una trampa: estoy seguro que si se consulta a las Asociaciones de Consumidores y la gente en general acerca de si el nuevo prestador debería tener la obligación de estar en 5 años en todas las ciudades de más de 500 habitantes y desplegar todas las redes, la respuesta sería enfáticamente sí, para que haya mayor pluralidad. No es así, acá tenemos empresas que están desde hace más de 20 años. Si al entrante se le pusieran condiciones de tener que equiparar o superarlas, le generaríamos una carga tal que quedaría desierta la licitación. Una regulación asimétrica indicaría que al nuevo no le puedo exigir lo mismo que a las empresas que accedieron al mercado en condiciones infinitamente más favorables. Si el nuevo competidor logra disputar mercado en las principales plazas en los próximos 5 años, ya nos haría un enorme favor a todos los usuarios.
Por Henoch Aguiar 
Revista DEBATE

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