El debate electoral es un evento mediático enfocado en la competencia, a diferencia de los eventos
de conquista o de coronación. En la competencia se destaca la importancia de obedecer las reglas, se
privilegia el modo de dominación racional-legal, y el rol del público es evaluar quién ganó, quién
perdió, y como jugaron el partido. En ese sentido, la preocupación por quién fue el ganador no está
reñida con la lógica democrática que da ocasión a que se organice el debate en primer lugar.
En el debate de ayer, sin embargo, varios elementos conspiraron contra el evento mediático. El
primero fue la ausencia de uno de los principales competidores. Si el debate electoral es una
competencia, Scioli perdió por walkover. Además, la transmisión por solo un canal de aire y uno de
cable dificultó que la atención de la ciudadanía se concentrara en el debate.
Todos los canales, en especial la Televisión Pública, deberían haber emitido la discusión entre los
candidatos al único cargo que elegimos entre todos los argentinos. Otro
obstáculo fueron las larguísimas pausas comerciales. Si un evento es “histórico” y “único”, para citar
a los moderadores, no tiene sentido interrumpirlo para vender desodorantes, detergentes, caldo en
cubitos o antimicóticos. El protagonismo de los moderadores, que algunas veces quebraron las reglas
que ellos mismos enunciaban, sin ningún reloj en pantalla que limitara sus intervenciones, también
dificultó la atención de la audiencia.
No es extraño que un primer debate presidencial sea perfectible. El encuentro de ayer acercó las
propuestas de cinco de los candidatos (Nicolás del Caño, Mauricio Macri, Sergio Massa, Margarita
Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá) a una parte de la ciudadanía. Entre ellos se trataron de manera
respetuosa, no se interrumpieron, y se hicieron algunas preguntas complicadas. Muchos de las
personas que no lo vieron en vivo verán los momentos más destacados hoy y mañana en los noticieros
y programas políticos. Pasada la medianoche del domingo, las noticias más vistas en Clarín y La
Nación eran sobre los debates. El aumento de información disponible, la inclusión en la agenda
ciudadana de temas de interés público y la discusión esos temas entre los votantes son positivos para
la democracia. Hacemos votos para que se repita, antes de la segunda vuelta, o dentro de cuatro años.
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