lunes, 5 de octubre de 2015

La televisión hizo Historia













Por Eugenia Mitchelstein

Varios elementos conspiraron contra nuestro primer debate presidencial: la ausencia de uno de los
principales competidores, la transmisión por solo un canal de aire y uno de cable, las larguísimas
pausas comerciales, y el protagonismo de los moderadores. Fue un primer debate perfectible, pero si
ayer se inició una tradición por la cual, cada cuatro años, los candidatos presidenciales deben
participar o dar explicaciones, algo habrá cambiado en las campañas electorales en la Argentina.

Ayer se realizó el primer debate presidencial televisado de la historia de la Argentina. Sería difícil 
obviar este dato, repetido varias veces por los moderadores. En esta insistencia sobre la condición 
histórica del acontecimiento, el debate de ayer no se diferenció de otros “eventos mediáticos”. Así 
llamaron Dayan y Katz (1992) a la transmisión de eventos en vivo –debates presidenciales, partidos 
del Mundial de fútbol, la llegada del hombre a la Luna, coronaciones y funerales de Estado- que 
irrumpen en la realidad cotidiana, cambian las percepciones del público y transforman las sociedades 
en las que tienen lugar.Tal vez “transformar la sociedad” parezca un objetivo demasiado ambicioso 
para un debate presidencial que llegó a 14 puntos de rating medidos por IBOPE.  Pero si con el debate 
de ayer se inició una tradición por la cual, cada cuatro años, los candidatos presidenciales deben 
participar o dar explicaciones (como hizo Alberto Pérez en nombre de Daniel Scioli apenas finalizado 
el programa), algo habrá cambiado en las campañas electorales en la Argentina. 
El debate electoral es un evento mediático enfocado en la competencia, a diferencia de los eventos
de conquista o de coronación. En la competencia se destaca la importancia de obedecer las reglas, se
privilegia el modo de dominación racional-legal, y el rol del público es evaluar quién ganó, quién
perdió, y como jugaron el partido. En ese sentido, la preocupación por quién fue el ganador no está
reñida con la lógica democrática que da ocasión a que se organice el debate en primer lugar.  
En el debate de ayer, sin embargo, varios elementos conspiraron contra el evento mediático. El
primero fue la ausencia de uno de los principales competidores. Si el debate electoral es una
competencia, Scioli perdió por walkover. Además, la transmisión por solo un canal de aire y uno de
cable dificultó que la atención de la ciudadanía se concentrara en el debate. 

Todos los canales, en especial la Televisión Pública, deberían haber emitido la discusión entre los 
candidatos al único cargo que elegimos entre todos los argentinos. Otro
obstáculo fueron las larguísimas pausas comerciales. Si un evento es “histórico” y “único”, para citar
a los moderadores, no tiene sentido interrumpirlo para vender desodorantes, detergentes, caldo en
cubitos o antimicóticos. El protagonismo de los moderadores, que algunas veces quebraron las reglas
que ellos mismos enunciaban, sin ningún reloj en pantalla que limitara sus intervenciones, también
dificultó la atención de la audiencia.
No es extraño que un primer debate presidencial sea perfectible. El encuentro de ayer acercó las
propuestas de cinco de los candidatos (Nicolás del Caño, Mauricio Macri, Sergio Massa, Margarita
Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá) a una parte de la ciudadanía. Entre ellos se trataron de manera
respetuosa, no se interrumpieron, y se hicieron algunas preguntas complicadas. Muchos de las
personas que no lo vieron en vivo verán los momentos más destacados hoy y mañana en los noticieros
y programas políticos. Pasada la medianoche del domingo, las noticias más vistas en Clarín y La
Nación eran sobre los debates. El aumento de información disponible, la inclusión en la agenda 
ciudadana de temas de interés público y la discusión esos temas entre los votantes son positivos para 
la democracia. Hacemos votos para que se repita, antes de la segunda vuelta, o dentro de cuatro años. 
Articulo en Bastión digital

* Licenciada en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires, Master in Science en Medios y
Comunicación de la London School of Economics and Political Science y Ph.D en Medios,
Tecnología y Sociedad de Northwestern University. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario